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Discos Rovira

65 días y 300 noches | per Francisco Rovira
A menudo pienso que París es la cuna del mundo. Hará una semana me encontré con un catalán de lujo, gran periodista y viejo amigo. Nos vimos en la Librería Shakespeare, albegue de bohemios, literatos y ahora, a mi pesar, de guiris con aires de intelectual de tres al cuarto. Conocí a Àngel gracias a mi primo burgués, el que me inició en la vida disoluta, Pau Rovira de Playa de Aro.

Àngel era un chico cinéfilo y melómano, el que más. Se encontraba en Francia con motivo de una presentación de un filme catalán recientemente galardonado, el cual no había conseguido pasar sentado del minuto diez. Me comentó que por desgracia en Catalunya falta mucho nivel cinematográfico. Salió del cine tapándose con una capucha.

En música, él había defendido a capa y espada "La nova cancó", era íntimo de Maria del Mar Bonet (una chica muy particular), de LLach, Sisa, Pau Riba, entre otros. A mí este nuevo género nunca me ha fascinado, mi mente orbitaba por Estados Unidos e Inglaterra. De hecho Àngel estaba muy abierto, fue él quien me pasó algunos vinilos de la Índia, creo recordar de una cantante increíble de Madrás. Por aquel entonces todos éramos un poco orientalistas.


Dejamos la librería y nos fuimos a tomar algo al café Royal de Saint Germain. La última vez que nos encontramos fue en el 84. Un año muy especial para mí, nació mi hija y me dieron un programa musical en una emisora medio pirata. Un espacio de ciento veinte minutos llamado La discipline du la nuit en radio Libéria. Nunca había escuchado tanta música en mi vida, mi jefe, el señor Laflette, me mandaba todos los singles posibles. Recibía muchísimas llamadas de gatos y gatas. El programa se emitía a partir de la medianoche. Incluso Àngel, que por aquel entonces trabajaba en radio y en televisión, me mandaba misivas con críticas tocapelotas a las que yo respondía en el aire. Mi amigo barbudo me pinchó diciéndome que el 84 no fue un año tan próspero musicalmente hablando y ese comentario nos deparó una gran discusión.

1984 fue un año con mucho fenómeno mainstream, es decir, de grandes monstruos comerciales. El Boss estuvo en el top del hit-parade durante seis meses. Fue el año de Jacko con su superventas "Thriller". Lionel Richel también tocó el cielo con "Can't Show Down”.

Una escueta recopilación de lp's pinchados en La discipline du la nuit, radio Liberia, París, 1984

Tina turner, "What's love got to do with it".
Madonna, "Like a virgin".
The Pretenders, "Learning to crawl", rock de estilo británico liderado por una norteamericana.
Bruce springsteen, "Born in the U.S.A", la américa eterna. Sonoro al máximo.
Elvis costello, "Good bye cruel world", viaje encantador y bello a bostellolandia y altamente barroco.
Simple minds, "Sparkle in the rain", voluntad de integrarse en la tradición del rock con un estilo instintivo y de extrema tensión.
Pale Fountains, "Pacific street", de gran seducción. Un grupo rockero tierno y delicado.
The Cure, "The top", es preciso una segunda audición para captar todo su universo rico y cautivante. Sangre nueva, perceptible en el sonido del grupo.